¿Tienen derechos los animales?
Padre Jordi Rivero
En los animales, como en toda la creación, podemos admirar la mano del Creador. La forma en que el hombre trata a los animales refleja su corazón. Por eso me entristece que se haga daño a las criaturas sin necesidad. Pero muchos están cayendo en otro error respecto al trato de los animales: Los tratan como si fueran personas. De hecho hay grupos que dicen explícitamente: "Los animales también son personas". " Nuestra sociedad está perdiendo la distinción entre persona y animal. En 1978 la ONU y la UNESCO (ambas apoyan el aborto de seres humanos), aprobaron la Declaración Universal de los Derechos de los Animales. Recientemente recibí un email de mi senador (USA) en que habla también del "derecho" de los animales. Estos desatinos tienen graves consecuencias. Veamos primero lo que dice el catecismo sobre los animales y después analicemos los fundamentos filosóficos y teológicos de esta enseñanza:
El Catecismo trata sobre los animales dentro del 7 Mandamiento bajo el título "El respeto de la integridad de la creación" -Catecismo #2415-2418:
2415 -El séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura (cf Gn 1, 28-31). El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras; exige un respeto religioso de la integridad de la creación (cf CA 37-38).
2416 -Los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6, 16). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3, 57-58). También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri.
2417 -Dios confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen (cf Gn 2, 19-20; 9, 1-4). Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales, si se mantienen en límites razonables, son prácticas moralmente aceptables, pues contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.
2418 -Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos.
Los animales no son personas
Para entender la enseñanza de la Iglesia sobre los animales es necesario entender que los animales no son personas. A las personas Dios las creó a su imagen y semejanza, con un alma inmortal, con intelecto y voluntad para poder ser amados y amar. Entre todas las criaturas, solo los seres humanos y los ángeles poseen estos dones.
Los animales tienen afectos pero no aman.
Los animales pueden manifestar ciertos "afectos" pero el amor es muy superior al "afecto". El amor no se fundamenta en sentimientos, ni en atracción sensual ni en instinto. El amor es una valorización adecuada del otro que mueve a la voluntad a buscar el bien de ese otro. Para desarrollar la capacidad de amar es necesario que la mente (intelecto) y la voluntad se eduquen en la verdad. Además es necesario disciplinar las emociones. Este desarrollo comienza desde la infancia. Los niños beatos Francisco y Jacinta de Fátima y Sta. María Goretti, entre otros, demostraron amor heroico. Pero los animales son incapaces de amar, no tienen intelecto para valorar al otro ni voluntad para hacer un juicio moral. No son imagen de Dios, por lo tanto no es correcto llamarles "personas"
Una vez que entendemos la diferencia entre personas y animales podemos entender que los seres humanos poseen un valor moral intrínseco e incalculablemente mayor por ser imagen de Dios. Este valor lo tienen todos los humanos, aún aquellos que estén enfermos o mentalmente incapacitados porque son parte de la misma familia de Dios.
Las emociones no son base para un juicio moral.
Es importante comprender el valor moral de las emociones. Está bien ser vegetariano como reacción emotiva de repulsa a la matanza de animales para comer. Pero sería un error hacer de esas emociones un principio moral que evalúe a los animales como si tuvieran derechos. Este error ocurre porque se desconoce la diferencia entre persona y animal. En vez de razonar se hacen juicios morales llevados por las emociones.
Solo las personas tienen derechos
Dios dio al hombre dominio sobre la creación para que se valiera de los animales, por ejemplo para comer, vestir, transporte. Pero el hombre no tiene ese dominio sobre otros seres humanos porque estos son personas y tienen derechos.
El cristiano sabe que Dios le ha dado dominio sobre la creación pero también le dado responsabilidad de ser buen mayordomo. Lo primero que tiene que dominar el hombre es su propio ser, es decir su intelecto y voluntad. Entonces juzgará razonablemente basado en principios y no llevado por las emociones. No maltratará a los animales, pero tampoco los confundirá con personas, otorgándoles derechos inexistentes.
Ver también: The Problem of Animal Rights -CatholicCulture.org
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