En Ap. 1, 8. Nuestro Señor es llamado. El Alfa y el Omega. En griego, Alfa es la primera letra del alfabeto, correspondiente a nuestra A; Omega, que corresponde a nuestra Z, es la última letra. Por eso en algunas traducciones se lee: Yo soy la A y la Z. El sentido es claro: Nuestro Señor es el principio y el fin: Él es todo.
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