Etim.: latín calix, taza, copa, vasija donde se bebe.
Recipiente en forma de copa con ancha apertura. En la Liturgia cristiana, el cáliz es el vaso sagrado por excelencia, indispensable para el sacrificio de la Santa Misa ya que debe contener el vino que se convierte en la Sangre Preciosísima de Cristo.
El cáliz nos recuerda ciertos pasajes bíblicos en los cuales Jesús asocia a si mismo y de una nueva manera, el uso de una copa: los discípulos ¨tomarán de la copa que Jesús tomarᨠ(Mc 10: 38). En al Última Cena, la copa contenía vino que ¨es Su Sangre¨, y en Getsemaní Jesús ora para que si es posible, se aparte de él ¨la copa¨.
Su forma, materia y estilo han variado mucho en el curso de la historia. Los cálices solían ser de oro y tenían a veces un valor extraordinario. Debe, preferiblemente, para el cáliz metales preciosos. No puede ser hecho de ningún material que absorba líquidos. El pie o soporte puede ser de otra materia. El Cáliz debe consagrarse exclusiva y definitivamente para el uso sagrado en la Santa Misa.
Cáliz de la Ultima Cena
La Catedral de Valencia, España, guarda una de las más preciadas reliquias. Se trata de un Cáliz de piedra marrón que, según una antigua tradición, es el original usado por Jesucristo para celebrar la primera Misa: La Ultima Cena.
¿Será autentico? Algunos rechazan todas las reliquias. Alegan que en la historia han surgido en diversas partes varios cálices con el mismo reclamo. Sin embargo, todos esos han sido declarados fraudulentos bajo el escrutinio de estudios mas modernos. No así con el cáliz que hoy está en Valencia. Al mismo tiempo debemos clarificar que nuestra fe NO se fundamenta en ninguna reliquia sino en Cristo Resucitado. Cuando nos referimos a reliquias como este cáliz, hablamos de "tradición" con "t" minúscula y no de La Tradición que es parte de la Revelación. Esto no quita que sepamos apreciar prudentemente todo lo que esté vinculado con Nuestro Salvador. Pienso que el paso del tiempo va filtrando los fraudes y va quedando lo auténtico. Entonces, nos podemos referir a las reliquias como símbolos que nos inspiran a avivar la fe. El amor a Jesús nos mueve a tener una veneración a las reliquias en referencia a El y a la fe que El nos comunicó.
Es razonable pensar que, después de Pentecostés, los Apóstoles hayan hecho lo posible por guardar, como grandes tesoros, las reliquias asociadas con la vida del Señor. Entre estas, el cáliz de la Ultima Cena (La Eucaristía es el centro de la vida cristiana), pedazos de la Santa Cruz y el Santo Sudario deben haber tenido prioridad.
Y recibiendo (Jesús) una copa, dadas las gracias, dijo: "Tomad esto y repartidlo entre vosotros" -Lucas 22:17
Sabemos que el pasaje de arriba se refiere al mandato de celebrar por siempre la Eucaristía, pero no podía faltar para ellos un valor literal en lo referente al precioso Cáliz en las manos del Maestro.
Según las Sagradas Escrituras, Jesús y sus discípulos celebraron la Ultima Cena el Jueves Santo, el día antes de la Pasión y muerte del Señor. En esa cena pascual Cristo instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Según la costumbre se utilizaba para la cena pascual lo mejor que se pudiese. El Cáliz, por lo tanto debía ser digno de la misión que celebraba.
No hay conocimiento del itinerario del Cáliz en los primeros siglos. Una tradición cuenta que fue confiado a San Pedro quién lo tenía en Antioquia y después en Roma. Según la misma tradición, San Pedro y 23 Papas que le siguieron guardaban el Cáliz como un gran tesoro y lo utilizaban para celebrar la Santa Misa. El Cáliz sería entonces un poderoso testimonio de la fe en la Iglesia primitiva: Todos los sucesores de Pedro, recibiendo la Preciosa Sangre del Señor del mismo Cáliz, signo de unidad en Cristo.
El último Papa en usar el Cáliz en la antigüedad sería Sixto II (243-258). Según una tradición, antes de morir martirizado bajo el emperador Valeriano, este Papa le confió al diácono San Lorenzo, uno de los siete diáconos de Roma y, según se dice, oriundo de España, la misión de distribuir el dinero de la Iglesia entre los pobres y esconder las reliquias.
San Lorenzo también murió mártir, pero antes pudo enviar el Cáliz a sus padres, Orencio y Paciencia, en España. El Cáliz estuvo en Huesca hasta el 711 d.C., cuando los moros invadieron España. Para protegerlo, el Cáliz fue enviado al monasterio de San Juan de la Peña, que está alto en la cordillera de los Pirineos. Allí estuvo escondido en la gruesa pared del monasterio por 400 años.
Durante este tiempo se propagaron por Europa las leyendas sobre el Cáliz de La Ultima Cena, escondido por unos monjes entre las montañas. Las tres leyendas mas famosas ubicaban la reliquia en Inglaterra, en el occidente de Francia y el norte de España. Las dos últimas son regiones próximas al monasterio de San Juan de la Peña.
En 1399, Martín el Misericordioso regía un territorio que incluía San Juan de la Peña. Martín le pidió a los monjes que le enviasen el Cáliz a su corte, en Zaragoza, a cambio de otro hecho de oro. Al morir Martín en 1410, el trono y el Cáliz pasaron a Alfonso V quién, en 1437, llevó tanto su corte como el Cáliz a la ciudad de Valencia, donde ha estado hasta el presente.
Los Valencianos siempre han hecho grandes esfuerzos para defender el Cáliz de los peligros. Ante el avance de las tropas de Napoleón sobre Valencia, en 1809, el Cáliz fue llevado, para salvarlo, a las Islas Baleares, hasta el 1812. Durante la Guerra Civil Española, que comenzó en el 1936, las Iglesias eran con frecuencia atacadas por los comunistas. El Cáliz fue envuelto en seda y escondido, hasta que, en 1939 se devolvió a la abatida catedral y fue puesto en un lugar de honor.
En 1982, el Papa Juan Pablo II visitó a Valencia y celebró la Santa Misa con el precioso Cáliz. Los presentes comentaron sobre el gran gozo que el Papa expresó al consagrar la Preciosa Sangre.
El Cáliz se puede visitar en la Catedral de Valencia donde se guarda en un relicario de oro, en una hermosa capilla gótica. La Santa Misa se celebra cada día a las 9:30 de la mañana y, después, los peregrinos pueden acercarse a venerar el precioso Cáliz. No hay absoluta certeza de la autenticidad del cáliz, pero si tenemos la certeza de la fe que no defrauda, que los eventos de la Ultima Cena, Pasión, muerte, Resurrección, la Eucaristía y la sucesión Apostólica hasta nuestros días. Estas verdades históricas desatan un poder que las fuerzas del mal no podrán jamás detener.
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